domingo, 19 de julio de 2009

El momento esperado.


No se como llegué a mi casa, ni tampoco en que momento ella se paró frente a mi, apoyada en la pared. Me miraba de una forma coqueta que yo jamás había visto en ella. Me tomó de mi chaqueta y con un ágil movimiento nos hizo quedar juntos, rozándonos la piel, sintiendo su aliento fresco, apacible, extremadamente delicioso. Ella tenia el control total de la situación, realmente extraño, nunca había sido así… su mirada intencionalmente coqueta no paraba de amenazarme, de advertirme que pasaría algo que cambiaria mi vida.

- ¿Y? – Me dijo, dibujando en su rostro una sonrisa entre burlona y completamente victoriosa - ¿Cuándo voy a serlo?
- ¿Ser qué? – Dije desorientado al no saber la respuesta.
- Pues… ser tu novia – Su sonrisa creció aún más.

El desconcierto aumentó en mí, jamás pensé que ella me preguntaría eso, jamás pensé que ella seria la que tomaría la iniciativa, la que resolvería el problema, la que haría que todo fuera más fácil.

Puso sus manos sobre mi pecho y comenzó lentamente a acercar sus labios a los míos. Duró tan solo segundos, pero lo recuerdo de una forma tan detallada que pareciera que duró horas. Mi respiración se volvió más rápida y entrecortada, me sentía muy nervioso; pero no era el único que tenia esa sensación… las manos de ellas temblaban y mientras se acercaba sus ojos se cerraron en señal de una concentración absoluta. Se acercaba cada vez más y más, tocó mi nariz con la suya; sentia su aliento, invitandome a no pensar en nada más, invitandome solo a disfrutar el momento esperado. Apenas rozamos nuestros labios mis ojos solo vieron oscuridad. Segundos después me di cuenta que tenia los ojos cerrados y me encontraba acostado. Los abrí y lo primero que veo es el techo blanco; observé mi alrededor, todo era muy familiar… era mi habitación, ¿Qué había pasado?, hace solo unos instantes estaba con ella, abajo, en la sala… besándonos. ¿Había pasado el día anterior? Me senté en la cama y me froté el rostro con las manos buscando una respuesta… de un momento a otro me llegó la respuesta más viable y lógica que podría haber… toda esa escena, todo ese momento lo soñé, mi mente me jugó una mala pasada, todo fue un maldito sueño…

¿Quién dijo que lo mejor que podría pasarnos es soñar con la mujer que amas? En realidad es una sensación espantosa, saber que lo que soñaste parecía tan real, pero en realidad jamás pasó… y no saldrá nunca de tu subconsciente.