domingo, 15 de noviembre de 2009

El explotado (Básado en hechos reales)

El clima de Ovalle es de una primavera permanente, el imponente sol asoma despejado prácticamente todo el año. Su calor, eso si, no es abrumador, no es del típico que deja somnoliento, lánguido, sin ganas de hacer gran cosa más que estar sentado mirando el horizonte, observando como se distorsiona producto de las ondas calidas; sino mas bien es el calor brillante, inspirador, que te levanta con energía, que calienta por encima y de forma pareja, que siempre lo acompaña una fría brisa que refresca y alegra.

Vicente, aunque era victima de una bella y típica mañana soleada de Ovalle, no se sentía con energías, ni menos era un joven feliz. Caminaba levantando el polvo de la calles camino hacia la tienda de abarrotes mas grande de la ciudad; a sus diecisiete años debía otra vez reemplazar a su padre que trabajaba en ese lugar, ya que él estaba enfermo, y aunque no tenia por que reemplazarlo, sus jefes lo obligaban que cuando se enfermara debía llevar un reemplazante.

El joven tuvo la mala fortuna de ser el hijo del medio, lo separaba ocho o nueve años de los mayores y cuatro de los menores, por ende todas las obligaciones (solo por que los demás o eran ya muy grandes y los otros muy pequeños) recaían sobre él, como comprar los víveres para el mes en el mismo lugar donde trabajaba su padre. Lo dejaban esperando horas enteras fuera de la tienda con un carrito para poder entrar… el hijo del trabajador solo podía recoger víveres cuando no hubiera ningún cliente. Se sentía la persona más humillada que podía existir en todo Ovalle.

Todas las noches su padre llegaba cansado a su casa y de muy mal genio, la gran mayoría de los retos y golpes recaían sobre Vicente, muchas veces por acusaciones injustas. Su madre también hacia lo mismo, lo retaba y golpeaba mucho, nunca en su vida había recibido alguna manifestación de afecto… por mala fortuna era el del medio y no era el preferido de ninguno de sus dos padres. Aunque esto lo vivía a diario, no sentía rencor hacia ellos, mas bien los entendía. Su padre, un ex trabajador de las salitreras, se tuvo que ir por problemas de salud, por ende se debía asentar en una ciudad de un calor moderado, no tan fuerte como el del norte, en consecuencia Ovalle era la mejor elección. Una vez en la ciudad y aunque sabia hacer de todo (era electricista, mecánico y gásfiter) tuvo que trabajar en la tienda de abarrotes de su hermana y su cuñado. Llevaba treinta años ahí y sus jefes lo explotaban y humillaban desde aquel entonces, pagaban una miseria (aunque eran familiares), estaba en la tienda hasta altas horas de la noche, se dirigían a él sin un mínimo de respeto y las asignaciones familiares no se las pagaban, sino que se las rellenaban con su sueldo. Su madre era una dueña de casa, la cual tuvo que soportar vivir toda su vida con el sueldo miserable de su marido.

Vicente paró momentáneamente frente de la tienda y la observó con odio un momento. Era imponente, gigante, abarcaba toda la cuadra entre las bodegas y la tienda en sí. En el segundo piso existían cuatro casas en las cuales vivían los dueños y sus hijos. Suspiró sin remedio, y entró sin convicción alguna. La tienda brillaba, estaba realmente ordenada, cada cosa puesta meticulosamente en su lugar. A Vicente le ardía la sangre al mirar todo esto, sabia que todo lo hermoso de la tienda era gracias a su padre y sus jefes no lo aprecian ni reconocían.

El día pasaba normalmente y durante la tarde no entró cliente alguno, el reloj marcaba las seis y era hora de tomar el té; observó una esquina de la tienda, escondidas detrás de unas latas estaban algunos utensilios para poder comer algo, unas tazas abolladas y unos servicios. Por algunos segundos Vicente vislumbró a su padre tomando el té a escondidas para no “ofender” a los clientes, vio su mirada triste y resignada pensando que era la vida que le toco vivir y no había manera de cambiarla, lo miró con nostalgia comiendo igual a un mendigo… su odio creció y en un acto de rebeldía subió las escaleras con la clara decisión de tomar el té en la casa de los jefes de su padre y no de manera humillante en una esquina de la tienda.

En dicha casa trabajaba una señora que quería mucho a Vicente y le preparó una gran comida. Sentía tanta rabia hacia los dueños que comenzó a conversar con ella.

- No soportó más a estos señores, explotan a mi padre y ahora quieren explotarme a mí…

La mujer salió de la cocina y volvió a entrar, para entregar un recado a Vicente…

- La señora dice que vayas a la tienda…
- ¿Por qué María?, ¿hay mucha gente?
- No Vicente, no hay nadie
- Ah!, ¡dile entonces que ya no joda!

En el preciso momento que dijo esas palabras, entró a la casa una de las hijas del dueño. Escucho cada palabra… se dirigió indignada hacia la cocina para enfrentarlo.

- Que te haz creído, chiquillo insolente.
- ¡Nada alejado de la verdad, tus padres explotan al mío y no hacen nada mas que joderlo y a mi también!
- Todo lo que haz dicho lo sabrá mi padre.

Acto seguido salió furiosa de la cocina. Vicente bajó a la tienda sin una gota de arrepentimiento. Dentro de ella lo esperaba el jefe de su padre.

- Vicente, dirígete a mi oficina, necesito hablar contigo.
- Si, Don Armando.

Don Armando Santiago era un viejo altanero, alto y delgado, vestía siempre de terno y con un peinado hacia atrás incorregible, fijado con gomina. Dentro de su altanería infundía temor y un odiado respeto. Una vez en la oficina, Don Armando se sentó en su escritorio e invitó a Vicente a sentarse en una de las sillas situadas al otro extremo.

- He escuchado algunas insolencias tuyas hacia mí y a tu tía.
- Todo lo que escucho es verdad, usted explota a mi padre y lo sabe.
- ¿A qué te refieres? – Dijo Don Armando con falsa sorpresa.
- ¿A qué me refiero?, ¡A que usted le paga a mi padre una miseria, a que no le ha dado vacaciones en treinta años, que lo humilla siendo que es su cuñado, que es el hermano de su esposa!
- A tu padre lo ayudo, le doy trabajo.
- ¿Trabajo?, ¿a costa de qué?, ¡de explotación, de humillación, de pobreza… su tienda brilla, vende mucho y sabe que es gracias a mi padre, sabe que jamás tendrá un mejor trabajador que mi padre!
- ¡Cállate! – le temblaba la barbilla - ¡No voy a tolerar que me vengas a gritar e insultar en mi propia oficina… vete inmediatamente!
- Me voy de su asquerosa tienda.

Se paró de la silla y de un portazo se alejó lo más rápido que pudo. Mientras caminaba hacia su casa reflexionaba, había hecho lo correcto, no se arrepentía, pero sabía que le esperaba por esto una gran reprimenda de su madre.

- ¿Qué te paso?, ¿Por qué llegas a esta hora?
- Madre, acabo de pelear con Don Armando.

De manera detallada Vicente le explicó a su madre todo lo sucedido, estaba resignado, sabía lo que iba a suceder, prefirió decírselo él antes que cualquier otra persona. Cuando terminó de exponerle todo, su madre se paró frente y a diferencia de todo lo que pensó que iba a sucederle, su madre con los ojos llenos de lágrimas lo sostuvo de los hombros y lo rodeó con un fuerte abrazo.

- Hijo – decía su madre entre sollozos – todo lo que le dijiste a ese viejo lo tengo en el corazón y me lo he guardado hace mucho tiempo, hace mucho tiempo se lo quería decir, pero o no me he atrevido o no he tenido la oportunidad.

Acto seguido continuaron con la única muestra de afecto que había recibido Vicente en años. Desde ese día entendió un poco más a sus padres.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Frase real

Así es la realidad... para algunos el amor es escazo, para otros excesivamente abudante.

domingo, 19 de julio de 2009

El momento esperado.


No se como llegué a mi casa, ni tampoco en que momento ella se paró frente a mi, apoyada en la pared. Me miraba de una forma coqueta que yo jamás había visto en ella. Me tomó de mi chaqueta y con un ágil movimiento nos hizo quedar juntos, rozándonos la piel, sintiendo su aliento fresco, apacible, extremadamente delicioso. Ella tenia el control total de la situación, realmente extraño, nunca había sido así… su mirada intencionalmente coqueta no paraba de amenazarme, de advertirme que pasaría algo que cambiaria mi vida.

- ¿Y? – Me dijo, dibujando en su rostro una sonrisa entre burlona y completamente victoriosa - ¿Cuándo voy a serlo?
- ¿Ser qué? – Dije desorientado al no saber la respuesta.
- Pues… ser tu novia – Su sonrisa creció aún más.

El desconcierto aumentó en mí, jamás pensé que ella me preguntaría eso, jamás pensé que ella seria la que tomaría la iniciativa, la que resolvería el problema, la que haría que todo fuera más fácil.

Puso sus manos sobre mi pecho y comenzó lentamente a acercar sus labios a los míos. Duró tan solo segundos, pero lo recuerdo de una forma tan detallada que pareciera que duró horas. Mi respiración se volvió más rápida y entrecortada, me sentía muy nervioso; pero no era el único que tenia esa sensación… las manos de ellas temblaban y mientras se acercaba sus ojos se cerraron en señal de una concentración absoluta. Se acercaba cada vez más y más, tocó mi nariz con la suya; sentia su aliento, invitandome a no pensar en nada más, invitandome solo a disfrutar el momento esperado. Apenas rozamos nuestros labios mis ojos solo vieron oscuridad. Segundos después me di cuenta que tenia los ojos cerrados y me encontraba acostado. Los abrí y lo primero que veo es el techo blanco; observé mi alrededor, todo era muy familiar… era mi habitación, ¿Qué había pasado?, hace solo unos instantes estaba con ella, abajo, en la sala… besándonos. ¿Había pasado el día anterior? Me senté en la cama y me froté el rostro con las manos buscando una respuesta… de un momento a otro me llegó la respuesta más viable y lógica que podría haber… toda esa escena, todo ese momento lo soñé, mi mente me jugó una mala pasada, todo fue un maldito sueño…

¿Quién dijo que lo mejor que podría pasarnos es soñar con la mujer que amas? En realidad es una sensación espantosa, saber que lo que soñaste parecía tan real, pero en realidad jamás pasó… y no saldrá nunca de tu subconsciente.

martes, 30 de junio de 2009

Ella es mi novia.

Camina decidida mirando de reojo. No es déspota, solo decidida, segura de si misma. ¿Como dices? Si, no te miento, claro que si… ella es mi novia, ¿quieres que la describa? Es de una ternura especial, sonríe afablemente, al natural, como si no existiera dolor en su vida. Mira con intensidad, con sus ojos oscuros; me mira y quedo petrificado, es tan decidida, sabe que la amo, por eso lo hace. Su pelo castaño y liso cae por sus hombros. No se por que, pero no lo he tocado nunca, debe ser maravillosamente sedoso. Sus labios finos y delicados besan de una manera increíble. Su piel está tan bien cuidada, y sus manos extremadamente suaves acarician mi rostro cuando ella viene a visitarme.

¿Qué me dices?, ¿Qué donde hemos ido, que aventuras he vivido con ella? Bueno… la he salvado de un castillo de dragones, ha estado en todos mis conciertos y siempre le dedico el tema más bello; ha estado conmigo en el futuro, cuando ya soy un adulto, y siempre me ha acompañado en mis momentos mas tristes… te dije que ella es la mejor, no hay mejor mujer que ella, realmente la amo.

¿Por qué me miras así?, ¿Aún no me crees?, ¿Qué le gusta preguntas?, ¿Qué ama hacer? Ella ama la simplicidad, ama sentarse en una pradera, o solo caminar; ama mirarme y que le diga siempre “te amo”. Adora tomarme de la mano y apoyar su cabeza en mi pecho. Ama besarme y que yo siempre esté a su lado, somos la pareja perfecta.

¡Hey!, ¿qué ocurre? No me mires así, ¿no me crees?, ¿Jamás me haz visto con ella?, ¿Qué dices?, ¿Qué lo que digo es solo parte de mi imaginación? Lastima siento que no me creas amigo, en realidad no te estoy mintiendo… ¡es mi novia!, el único problema… es que ella aún no lo sabe.

martes, 23 de junio de 2009

La noche de San Juan

Dicen que en la Noche de San Juan puede pasar de todo. Algunos creen que en es la noche donde el demonio está en su máxima expresión, otros piensan que esta noche, es la noche donde se debe ayudar al sol, que cada vez acompaña menos, que cada vez alumbra en menor intensidad. No importa que motivo le den las personas, no importan por que rodean por esa noche el fuego que encandila, que abriga y conmueve; solo importa la unión que logra… y lo inusual que consigue.

Tenía aquel chico el extraño presentimiento de que si conseguía mostrarle a la chica que ama como es en realidad, ella lo terminaría amando de la misma manera. Sabia que lo tenia que hacer, solo que no sabia como, ni en que momento, ni en que lugar, ni que decirle, ni que hacer… cada vez se sentía mas inseguro, comenzaba a resignarse, estaba a punto de rendirse.

Las llamas comenzaban a crecer a medida que la noche abarcaba la ciudad; solo unos puntos luminosos esparcidos al azar por doquier combatían la oscuridad, que por momentos parecía imposible. La gente concurría a rodear las fogatas. Los bailes se hicieron mayores, las conversaciones más ruidosas y más alegres; las risas abundaban y la alegría se contagiaba.

El chico no parecía contagiarse de la alegría que invadía a la ciudad, estaba inmóvil observando el fuego, que se retorcía sin sentido, alumbrando de manera irregular a los improvisados bailarines. Su mente reprodujo en un instante a la chica de sus sueños, sonrío al pensar en su belleza. No paró en toda la noche en pensar en ella.

Las horas se consumieron con el fuego, y el chico llevaba de pie largo tiempo mirando el fuego y pensando en ella. La fogata comenzaba a agonizar, pero aún así lograba abrigar y alumbrar con su tenue luz naranja. El fuego comenzaba a descender, y el chico logró ver la cara de la mayoría de las personas que rodeaba la fogata; ya no danzaban con alegría, ya las risas habían desaparecido, tan solo observaban melancólicos el fuego que les traía paz y pureza. Cuando la ultima llama rebelde logro descender frente a él logro divisar a la chica, a su chica, que lo miraba con dulzura, con su hermosa sonrisa.

El fuego ya era solo humo, y el chico estaba próximo a alejarse, con la extraña sensación que debería haber echo algo, la chica que amaba lo miraba con atención, como si lo conociera, como si le gustara lo que observaba. Resignado comenzó a alejarse del lugar, cuando la chica se paró frente de él. No dijo nada, tan solo se apoyó en su cuerpo… él sin pensarlo la rodeó con sus brazos. Miró hacia arriba para mirarlo de frente, y sin previo aviso se acercó a su mejilla y lo besó tiernamente.

Dicen que en la noche de San Juan puede pasar de todo, dicen que la gente que observa el fuego se muestra tal cual es, en su estado más puro. Él chico sabía que eso necesitaba para que su chica se enamorara. Él lo sabia, pero no sabia como hacerlo… pero de eso, esta noche, solo se encargó el fuego.

miércoles, 17 de junio de 2009

La banda sonora de nuestra vida.

Creo que es el peor de los sentimientos que puede haber en esta vida. Sentirse vacío no lo comparo con nada más. Suena una banda inglesa en el fondo, no se que dicen, pero la melodía raya en la melancolía, me hunde mas, me duele aún más… me encanta. Creo que me conecto más con mis pensamientos. Suenan melancólicos los parlantes, pero la canción me hace olvidar, no mi estado de animo, puesto que lo agrava, sino más bien el motivo por que me siento así… en cierto modo puede ser algo positivo.

Ahora la misma canción suena en mi auto, llenando el espacio que ella ha dejado, tanto en el ambiente como en mi vida, tanto en mis pronósticos como en mi forma de ser con el resto. Me ha afectado mucho, se llevó realmente algo de mí, no me relaciono igual, no pienso igual, no sueño igual.

Mientras la canción sonaba por decimocuarta vez comencé a pensar en lo productivo que podría ser para una infinidad de cosas, como la canción de nuestra relación, como el tema de fondo de una sesión de fotos… como una muy buena dedicatoria. Encontré el tema ideal, la canción que dice quien soy y lo que pienso. El problema ahora es que mi destinataria se ha ido.

Que placer es manejar de noche, no veo quien conduce los autos a mi alrededor, tan solo veo esas maquinas moviéndose; me siento oculto así, siento que no me conocen. Solo dejo como rastro una melodía melancólica en el ambiente, en el aire denso del Santiago nocturno. Doblo por inercia en la calle que se me aproximaba y paro también casi sin voluntad en su casa. Miro a la derecha del auto, al asiento del copiloto y veo como reposa un CD, lo tomo sin saber por qué y me bajo del auto.

Toco el timbre y desde la ventana del piso superior aparece.

- ¿Puedes bajar?, no te tomara mas de dos minutos – Le dije sin mirarla.

Ella sin responderme, me obedeció. Abrió la puerta unos momentos mas tarde. Después de muchos meses por fin estaba frente mío, mirándome con incredulidad. No pude parar de observar sus ojos y mis labios no hicieron movimiento alguno. Después de unos segundos levante mi brazo izquierdo y le pase el CD, sin mas que decirle di media vuelta y me dirigí al auto. No fui capaz de prender el motor de inmediato, mi mente daba vueltas. Después de unos minutos desde su pieza su habitación comenzó a sonar la canción que estaba grabada en el CD, la canción que me ha acompañado todo este tiempo. La rabia comenzó a invadir todo mi cuerpo, sin quererlo ella volvió a robar algo de mí. La rabia y solo la rabia me dio la voluntad de emprender mi viaje de vuelta.

No podía mentirme, ella supera todo mi sentimiento apático, como dice un gran filosofo ella está “mas allá del bien y del mal”. Sé que mi enojo será temporal, se que mi rabia desaparecerá con su primera sonrisa, con su primera disculpa. Mientras más me alejo de ella, creo que más cariño me produce, su actuar me encanta, sus sorpresas realmente me cautivan.

Mientras avanzaba mi auto, se desvanecía de mis oídos la canción y con ella también mi rabia. Miro por el espejo retrovisor y la veo mirándome desde la ventana. No observa mi cara, solo ve esa maquina alejándose. Queda solo como evidencia una melodía melancólica en el ambiente. Puede ser que ella haya vuelto a robar algo de mí, pero creo que yo he recuperado algo de ella también. Si, tenía razón, tiene potencial esa canción. Es productiva, la ocupe sin quererlo por un fin… es la banda sonora de nuestra vida.

miércoles, 10 de junio de 2009

Madera aspera.

Solo sentía la madera áspera tras su espalda, no sentía nada más. Tampoco quería tener más sentimientos, quería ser algo inerte y sin sentido por un momento. La muchacha que tenia abrazada delante de él se movió, volvió a la realidad en un segundo. Se sentía nervioso, su cuerpo temblaba. La muchacha le daba la espalda y lentamente se dio vuelta hasta quedar frente de él. Ella era mas baja, no importaba, nada importaba, nada ajeno al momento… aquello era perfecto.

Si hubieran estado en un parque, o en medio de una calle alborotada de autos hubiera sido lo mismo, él la hubiera mirado de la misma manera, la hubiera amado con la misma intensidad. En estos casos el tiempo es difícil de determinar, jamás supe si pasaron segundos, o minutos, tal vez horas. Los labios de la muchacha se movieron, con la indiscutible forma de que se están preparando para besar. Aquellos labios se pueden describir incluso con los ojos vendados, son los labios universales, perfectos para cada receptor, perfectos solo para la persona que esta en frente. Hizo ella los reflejos típicos de comenzar el acto, cerró los ojos lentamente, atrapando en sus parpados los bellos ojos castaños, abriendo su imaginación de par en par. Su abrazo fue más fuerte, sus zapatillas junto con sus pies se alzaron para que el rostro de la muchacha estuviera a la altura de él.

Se besaron. Pareció eterno. El comenzó a cerrar los ojos, se notaba el amor entre ambos. Tan lentamente como comenzaron a besarse, se separaron. Se volvieron a mirar. Eran felices…

- Ojala esto no fuera un… -

Despertó sobresaltado. Sentía el mismo temblor. Como podía ser, parecía tan real… sus manos frotaron su cara con resignación. Se vistió, tan solo por inercia miro la ventana, el parque, aquel parque se podía ver desde aquel lugar. Ahí estaba, radiante, esperándolo, dispuesta a besarlo, dispuesto a amarlo. Una sonrisa dibujo su rostro, bajo desesperado. Se encontró con ella, volvió a sentir la misma madera áspera en su espalda…

Finalmente se encontró con él… se las presento, ella es la mujer que amo… esos labios los conozco tan bien, tan bien que sé lo que siente aquel hombre ahora. Miento, debe sentir una emoción mas grande que la mía, esos labios siempre fueron para él, por eso ella no esta aquí conmigo, por eso tan solo estoy sentado desde la banca mas oscura describiendo su momento mas, feliz…

De vez en cuado pienso que me gusta sufrir, siempre repito las escenas más terribles de mi vida, aunque esta no fuera la peor, era realmente la confirmación de algo que supe desde el principio.

Camine hacia ningún lugar, con el atardecer pegándome de frente, ¿Cómo describiría esa escena?... no lo se, todavía no he podido escribir mis pasos.

jueves, 14 de mayo de 2009

Primer capitulo de un proyecto guardado hace casi ya 5 años

Dedicado en forma especial a ella.
Tengo la certeza que no lo leerá, pero mí
mente esta tranquila, le exprese en el papel,
todo lo que siento…


Capitulo
I
Un fin de curso muy inesperado.

Caminaba por una calle alborotada de autos y de personas envueltas en sus mundos. Era temprano en la mañana, la gente o va despistada, o con sueño y los autos pasan para dejar a los pequeños ocupantes transitorios a sus escuelas. Yo iba con la misma intención que ellos, también iba a clases; pero para mi era especial, este día era el ultimo, el ultimo día de estudiante secundario que tendría en mi vida, hoy salgo de la escuela para empezar Dios sabe que… eso me alegra y a la vez me aterra. Me alegra por que ya desde hace algunos años antes mi vida se ha vuelto más que un tanto, completa y absolutamente monótona. No puedo, eso si, decir que sea de mi completo desagrado, mi vida en estos años la he arreglado a mi manera, yo quise que fuera así; escuela, lecturas y preparaciones para el futuro... eso fue mi vida en estos años. Amigos, si, tengo, amigos muy buenos debo aclarar, pero ellos mas que ser parte de mi vida, son un complemento, un anexo, que a pesar de todo siempre es bueno recordar.

También me aterra mi vida futura, por que aunque deseo un cambio, un giro, casi siento que es prácticamente obligatorio, te expulsan de tu lugar, de tu ambiente, que te albergó tanto tiempo, no tienes mas plazo para considerarlo, no tienes opción de dar vuelta atrás, debes irte, eres uno mas de lo que lo han echo esto durante tanto y tanto tiempo. Este forzado cambio también suele hacer cambiar de parecer a algunas personas, jóvenes que toda su vida han odiado la escuela, ahora que se les acaba el tiempo de permanecer en ella, se aferran a lo que nunca se aferraron, aman lo que nunca amaron, y no quieren alejarse de aquí. Yo aunque no ame ni tampoco odie la escuela, termine sintiendo lo mismo, cada rincón me trae un recuerdo, cada sala me transporta al pasado, el sentimiento por estos días hacia mis amistades se han incrementado… en fin, creo que eso le pasa a cualquier estudiante que esta a punto de salir de su escuela.

Siempre caminaba hacia mi escuela más temprano de no normal. Siempre me sobraban entre veinte a treinta minutos; la razón era básicamente por que muy cerca había un pequeño parque, envuelto de una gran cantidad de árboles… de hecho habían muy pocos espacios para estar en él, los árboles eran los verdaderos dueños del lugar, prácticamente lo rodeaban formando un gran escudo verde. Me encantaba quedarme el tiempo que me sobraba ahí, rodeado de la naturaleza que aunque el hombre la oprime, se mantiene firme en algún lugar de la ciudad. No se por que tengo ese acercamiento tan puro, tan inocente con la naturaleza, especialmente a los bosques, siento que cuando estoy cerca de ellos me fortalezco, me revitalizo, incluso cambia mi estado de ánimo; podría omitir las comidas, incluso el dormir, pero nunca el estar en contacto con la naturaleza.

Había llegado por fin al parque, entré con sigilo, casi al punto de pedir disculpas. Podía entrar miles de veces, pero jamás podía dejar de asombrarme por la belleza de aquel parque. Las autoridades durante muchas décadas lo dejaron a la deriva, no lo asearon, no cotaron las ramas de los arbustos, es por eso que los árboles y toda la vegetación crecieron prácticamente salvaje en aquel cuadrado verde. Al rodear los árboles crearon en un extremo un pequeño círculo donde la luz no entraba de manera pareja, sino que en pequeños hilos dorados, combatiendo la oscuridad que el encierro producía. Los arbustos crecían salvajes alrededor, algunos incluso tomaban la forma de enredaderas y cubrían de verde aun más a los envejecidos árboles. El pasto irregular en su crecer llegaba mas o menos a la altura de diez centímetros, y era de un verde tan parejo y tan luminoso que cualquiera no creería nunca que este lugar desde hace mucho tiempo no ha venido algún jardinero para embellecerlo. No había señal alguna de rastro humano, ningún tronco tallado, ninguna rama rota, ningún resto de comida, nada, por momentos incluso pensaba que era la única persona de la ciudad que concurría allí. Y mágicamente se encontraba intacto, no era ocupado por nadie, ni por fines malvados ni buenos, solo yo, solo yo era su único residente… realmente lo encuentro extraño, como puedo ser el único que observa la belleza de aquel lugar y la pureza de su estado. Esto debe ser magia.

Al entrar sentí la textura áspera de los árboles, camine tranquilamente hacia el centro, instintivamente alcé los brazos, deje caer mi cabeza sobre mis hombros, cerré los ojos, y deje que todo el maravilloso aire que ahí había entrara a mi cuerpo. Que placer era estar allí, este era el único lugar en donde sentía cada partícula de aire que entraba por mi nariz, sentía como cada vez mas mis fuerzas crecían, mis miedos desaparecían y mi felicidad se volvía en centro de mi atención. Me sentía capaz de hacer todo, conquistar a la mujer más hermosa y derrotar al peor de mis enemigos, escribir la novela más bella, y descubrir los secretos más oscuros de los seres vivos. Todo, me sentía capaz de todo. El relajo en algunos momentos era tal que mi cuerpo sin instinto de querer hacer algo se dejaba caer sobre el pasto. Por fortuna jamás me quedaba dormido, mi concentración de goce era tal que mi mente no se desconectaba nunca de mí. En algunas oportunidades, sobre todo cuando concurría al parque después de un día agotador, tenia la extraña impresión que de mi cuerpo entraban y salían chispas, incluso rayos. No lo he podido ver nunca, porque cuando siento que pasa eso mi estado de concentración es tal que incluso no soy capaz de abrir los ojos, mi cuerpo se paraliza, y solo pienso en sentirme cada vez mejor. Creo que debe ser producto del misticismo que yo mismo el agrego a este lugar.

Cuando me percate que mi “terapia” estaba completa, mire mi reloj, faltaban cinco minutos, tiempo suficiente para llegar a la escuela… miro alrededor con resignación en señal de despido, espero algún día volver a ver aquel lugar tan maravilloso, espero que la vida que me toque en el futuro no sea tan fuerte, tan absorbente como para alejarme de este oasis en medio del desierto.

Camine tranquilo, si mi paso era agradable antes de entrar al parque, ahora lo era en exceso, caminaba observando todo, meditando todo. Cuando llegue a mi escuela la mire desde lejos por algunos segundos, esta seria la ultima vez que entraría allí como estudiante; no se que pasará y este no es el momento para pensarlo – me dije a mis adentros – tan solo disfruta tu ultimo día de clases.

Camine con decisión hasta el portón rojo que daba la bienvenida a las inmediaciones del establecimiento, y cuando me aproximaba a cruzar la puerta me encontré de frente con una chica… en realidad no es una chica cualquiera, es la chica mas hermosa que he visto en mi vida…

- Hola Pat – Me dijo extendiendo su sonrisa de par en par.
- Ho- hola Cristina – Dije, ruborizándome en el acto y bajando la mirada… que señales más típicas de vergüenza, creo que son imposibles de controlar en mí.
- ¿Cómo te sientes en tu último día de clases? – Me dijo manteniendo su sonrisa, sus blancos dientes aparecieron embelleciendo aun más su rostro.
- Nervioso en realidad – Me armé de valor y la mire de frente. Quede perdido algunos segundos en esos maravillosos ojos azul eléctrico.
- No te preocupes, creo que eso le pasa a todos – Acto seguido salió de sus labios una risita pícara. Se acerco a mí con decisión, pero a la vez con dulzura y posó delicadamente sus labios en mi mejilla izquierda, y juntándolos en símbolo de despido me dio con un leve sonido, un beso.

Quede perplejo unos momentos observando como ella se perdía entre todo el gentío de estudiantes. Lo hace a propósito, lo sé, sabe que la amo desde hace mucho, sabe que la observo el silencio, intuye que gozo cada instante, cada frase que conecto con ella. Camina despreocupada por la escuela, mueves sus pies con delicadeza y dulzura, acompañando todo este con un leve vaivén de sus caderas, que hace menear con gracia la falda de su uniforme. Camina más coqueta cuando paso cerca de ella, lo sé, solo que no se por que lo hace.

El día en la escuela pasó rapidísimo, a los del ultimo nivel nos mantuvieron todo el día con ceremonias y premiaciones. Las despedidas de los maestros fueron algunas muy tristes, ellos si que nos tienen una estima muy grande. Debe ser difícil ser maestro, ver despedir irremediablemente a un grupo de jóvenes que algunos casos pasan más tiempo con él que con sus padres. Los maestros siempre se llevan mejor con algunos estudiantes y con otros no tanto, algunos pueden llegar a ser incluso repudiados por ellos y otros pasan desapercibidos dentro de este grupo tan heterogéneo, pero creo que al final, cuando ya la despedida es inminente, creo que terminan queriéndolos a todos, recordándolos a todos con una particular forma de cariño.

La despedida de nuestra maestra fue muy emotiva, era la última vez que nos iba a tener sentados a todos en nuestros asientos, con nuestros idénticos uniformes, escuchándola con atención; cuando comenzó a describirnos a cada uno rompió en llanto, y nosotros sin saber que hacer en un principio vacilamos, pero después nos acercamos todos, sin siquiera haberlo planeado y le dimos un gran abrazo, un abrazo de treinta y cinco personas. Me dio nostalgia despedirme de ella, le tome afecto todos estos años como nuestra maestra. Era una señora ya de años, estaba casi a punto de entrar a la ancianidad, llevaba el pelo corto y unos enormes lentes con un collar que pasaba sobre sus hombros hacia atrás, para sostenerlos cuando se cayeran. Era más bien baja de estatura y tenia siempre una sonrisa bonachona. Siempre andaba con vestidos y sus manos siempre tocaban alguna parte de nuestro cuerpo cuando nos hablaba (preferentemente nuestras mejillas). Era prácticamente una madre… la recordare siempre.

Caminaba por uno de los pasillos, no recuerdo muy bien el motivo, cuando me cruzo con el maestro de historia.

- Señor Crísalio – Me dije, dirigiéndose de manera muy cortés.
- Maestro, buenas tardes – Intente responder a su saludo con la misma cortesía con la cual él se dirigió a mí.
- Tenía muchas ganas de hablar con usted. Debido a que usted ha sido el mejor estudiante que he tenido alguna vez el honor de hacer clases – Era cierto, puedo decir con franqueza que la única clase que realmente me interesaba en la escuela era historia -, le quería preguntar ¿Qué carrera estudiará cuando salga de la secundaria?

Me dejo paralizado la pregunta, no había pensado en que estudiaría cuando saliera, ni siquiera sabia si realmente estudiaría, aunque eso es casi obvio, la gran mayoría estudia, aparte si no estudiaría ¿Qué haría?, ¿trabajaría?... veo en estos momentos mucho mas probable estudiar que hacer cualquier otra cosa. Cuando logre escapar de mis propios pensamientos, le respondí con la mayor franqueza que pude.

- Sinceramente maestro, no tengo ni la menor idea, no me he dedicado ha pensar sobre eso.
- Bueno pues, deberías, el final de la escuela es inminente – Me dijo con autoridad.
- Lo sé, maestro, lo sé – Respondí resignado.
- Como recomendación, tu tienes mucha habilidad con la historia, demasiada podría decir, si estudias historia, se que te ira muy bien. También podrías estudiar alguna carrera relacionada, como ciencias políticas, administración publica, o derecho; sí, derecho, creo que serias un gran abogado. Estudia cualquiera, mi consejo va mas allá… descúbrete a ti mismo, ve tus talentos y estudia algo que te haga feliz y en el cual tengas facilidad. Bueno esa es la humilde opinión de un maestro de secundaria.
- Muchas gracias maestro, agradezco mucho su preocupación, pero ten… - No alcancé a terminar mi pregunta porque él ya se había ido, estaba hablando solo.
- ¡Maestro! – Grite, ya que se encontraba bastante lejos de mi…

No me dijo nada, solo dio vuelta su rostro para saber que es lo que quería…

- ¿Por qué se preocupa tanto?
- Todos nos preocupamos de tu futuro Patricio Crísalio… todos.

Después de ese episodio quede intranquilo, ¿Por qué todo el mundo se preocupaba de mi futuro?, ¿es realmente necesario rebanarse los sesos sobre lo que pasará en los próximos años?, ¿marcará mi elección el resto de mi vida? Me estaba estresando, y lo peor es que no era por culpa mía, sino que era del resto, el mundo entero que me rodea, el cual me exigía que la preocupación por el devenir fuera constante en mi, exigía que estuviera como estoy exactamente ahora.

Ya habrá tiempo para pensarlo, volví a decirme, consolándome de alguna manera. Ya era la hora de salida, mi día como estudiante secundario estaba a punto de terminar. Me dirigí a la sala donde estaban mis cosas, cuando al final del pasillo vi a Cristina que se dirigía en dirección contraria, con clara intención de hablar conmigo… no dejaba de observarme. Es realmente hermosa, no puedo parar de mirarla de pies a cabeza. Sus manos jamás están libres, siempre sostienen algo, en este caso era un libro bastante grande, el cual apresaba sobre su pecho con las manos cruzadas. Su pelo rojo caía ondulado sobre sus hombros, y un lado de el tapaba levemente su ojo derecho. Sus ojos azul eléctrico irradiaban sinceridad y frescura, sus labios eran de un rojo un poco más intenso que el resto, y eran finos y delicados; el labio inferior era levemente más carnoso que el superior y convergían en la comisura creando una silueta perfecta. Cuando estaban en reposo, dejaban ver una parte de sus dientes blancos como la nieve y cuando sonreía podía iluminar todo un cuarto, podía incluso iluminar mi alma… ese era su parte del cuerpo mas bella, mas perfecta, la mejor creada; debía aguantar de sobremanera no besarla cuando veía esos labios perfectos. Su cuerpo era delgado pero perfectamente formado y proporcionado, su piel era tersa y muy blanca, su cintura siempre tuve la impresión que fue echa para mi, puesto que cabían magistralmente mis manos cuando la abrazaba, sus piernas eran de la mejor maratonista que podría haber y cuando caminaba movía sus caderas con hermosura, meneando coquetamente la falda de nuestro uniforme.

Me quede quieto observando como ella llegaba a mí… que ganas tenia de besarla.

- Nos veremos hoy en la noche, ¿cierto? – Me dijo sonriéndome hermosamente.
- Si, por supuesto – Le dije con un poco mas de seguridad que hoy en la mañana.
- Me alegro, ¿podríamos sentarnos juntos en la graduación, te parece?
- Si, me encantaría – Normalmente yo debería haberle pedido eso a ella.

Después de nuestra pequeña conversación, se acerco aun mas a mí, apoyo su cabeza en mi pecho y me rodeo con sus brazos, yo tímidamente hice lo mismo y en un acto de valentía atípico dije algo que quería decirle durante mucho tiempo.

- Te echare de menos Cristina.
- No me digas eso – Me dijo lanzando un suspiro – No te amargues con esos sentimientos, puede ser que la vida no nos separe nunca.

Y cerrando un ojo en señal de confianza, se fue. Te amo… esa fue la frase que me faltó decirle y que se me quedó atrapada en la garganta.

Es extraña nuestra relación, si es que se puede llamar relación, hay días en que ella esta todo el tiempo conmigo, es una verdadera novia, caminamos con las manos entrelazadas y nos abrazamos a menudo… siempre tiene una frase amorosa para mi; pero hay otros en que ni siquiera me mira, no me habla y siempre anda a metros de distancia. No la comprendo realmente, cuando esta bien conmigo mi vida la considero perfecta, siento que los astros se alinearon para que fuera feliz, pero cuando ella hace como que no existo, me sumerjo en la penuria y en el negativismo. No creo que lo haga para enamorarme, es tan obvio mi sentimiento hacia ella, involuntariamente lo hago tan externo que sus reacciones si fueran para ese fin estarían de más. Otro punto es que nunca nos hemos besado, y eso literalmente me tiene vuelto loco.

Era el tiempo de irme de esta escuela para siempre como estudiante, en la noche es nuestra graduación, pero no llegaré con el uniforme que simboliza nuestra etapa de estudiante, llegaré de traje formal, será un golpe de madurez al cual me tendré que acostumbrar. Esta noche será tal vez la ultima noche que vea a Cristina… una parte de mi quiere eso y la otra, las mas pasional, anhela con todas sus fuerzas que su promesa se cumpla, que no me abandone jamás. Me estaba atrasando inmerso en mis conclusiones, debía caminar hacia mi casa.

La tarde fue extraña, no hice gran cosa, termine de leer un libro y dormí por muchas horas. Pensé que mis padres me estarían esperando con una comida de celebración o algo por el estilo, pero cuando llegue ellos no estaban. Fue raro, no son descariñados conmigo, de hecho soy su orgullo; aun así tengo la esperanza que hagan la comida en cuanto me gradúe hoy en la noche.

Estaba dormido profundamente cuando mi madre me despertó, era hora de vestirme e ir a la graduación.

Rara vez fui a mi escuela en auto, pero esta noche era una ocasión especial, aparte mis padres nunca me han acompañado en algunas de mis caminatas. En cuanto llegamos me separe de ellos, no por vergüenza, sino por que Cristina me esperaba en la entrada. Mis padres comprendían la tormentosa relación de la cual éramos presos (al menos yo), asíque dando un golpe a la cátedra de padres comprensivos, no gesticularon reclamo alguno.

Estuve toda la ceremonia con ella al lado, ya no sentía nervios, ya no era un estudiante secundario, mi uniforme ya no estaba, era un extranjero en estos territorios. Cuando ya nos habían pasado nuestros diplomas y el director expresaba el típico discurso de fin de curso, Cristina me toma la mano, se acerca a mi oído y con sus labios perfectos me dice…

- Vámonos de aquí.

Me produjo un escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal, pero no lo pensé dos veces, apreté su mano y la lleve lejos de donde ocurría la ceremonia. Cuando por fin estuvimos a solas no teníamos nada que decirnos, nos miramos unos minutos que para mi fueron eternos. Cada segundo de más que observaba a esos ojos azul eléctrico más mi sangre se envenenaba de amor por ella, más deseos de daban de besarla… era el momento de declararle mi amor, se que lo sabia, pero debía reafirmarlo, debía comprometerme con mis sentimientos, ella lo debía saber no por mis reacciones sino de mi boca.

- Cristina, debo decirte algo… -
- Shhh… - Me dijo en señal de que guardara silencio – Solo por este momento no quiero que de tus labios salga palabra alguna.

Dominaba la situación, estaba completamente a su merced. Me abrazó con fuerza, pero sin perder la dulzura que había en ella, me miró a los ojos y comenzó a acercar sus labios cada vez mas a los míos, de la manera mas lenta y a la vez mas hermosa que podría haber; podía sentir sus latidos y su aliento invitándome a que nos uniéramos para siempre. Mi mente estaba bloqueada, mis manos apoyadas en su cintura no respondían a las órdenes de movilidad, mi cuerpo entero esperaba que ella se acercara más y más. Cuando faltaban tan solo milímetros de distancia Cristina paró en seco, su cara demuestra dolor y resignación, no lo podía creer, estaba tan cerca de besarla.

- Pat, no puedo… -

Diciéndome esto intenta huir, pero en un acto reflejo le sostengo su mano, y en un movimiento rápido de nuevo estaba frente a mí.

- Cristina, te amo…
- Por favor, no hagas más difícil esto…

No había nada más que hacer, corrió con furia hacia la salida de la escuela, a pesar de todo se veía preciosa en su vestido negro. Mis piernas perdieron sus fuerzas automáticamente y caí arrodillado al suelo… por qué, por qué me hacia esto Cristina…

No quería volver a la ceremonia, asíque vagué por la escuela durante largo rato, todavía en mi mente daba vuelta la imagen de lo recién sucedido, todavía no lo asimilaba, todavía no lo creía. Cuando ya mis ánimos habían decaído casi por los suelos me acordé del único lugar que me hacia sentir mejor, el pequeño circulo de árboles del parque. Sin pensarlo más salí de la escuela, necesitaba estar ahí.

Llegue mas rápido de lo que pensé, pero la sorpresa me invadió de golpe al ver los extraños acontecimientos que ocurrían. El cielo alrededor estaba extraño, las nubes grises formaban un espiral alrededor del circulo… era una escena espeluznante; pero lo peor ocurría en el parque mismo… del lugar entraban y salían rayos de un rojo intenso, haciendo cada vez que se movían un estrepitoso ruido. Me dio la penosa impresión de que los árboles sufrían con lo que pasaba… era una descarga de energía mayor a la que podían soportar. Decidí defender mi lugar sagrado a como de lugar, entonces corrí hacia el centro mismo del problema. Cuando estuve frente del círculo titubeé, sentí temor a lo desconocido y mi cuerpo reaccionando a mis sentidos comenzó a secretar un sudor helado. Después de meditarlo por largos tres segundos, entré. Lo que observe una vez dentro no lo pude creer a primera vista. Dentro del círculo había una mujer la cual se elevaba por los cielos, con los brazos extendidos y la cabeza apoyada en sus hombros, posición igual a la que ocupo cuando estoy aquí. De sus brazos entraban y salían los rayos rojos que vi desde afuera. Quede impresionado viendo aquel espectáculo sin poder hacer ni decir nada, cuando por sorpresa detrás de mi cabeza siento un dolor horrible, que termina recorriendo todo mi cuerpo… sin reacción alguna caigo inconsciente al pasto que se teñía de un rojo cada vez mas parecido al burdeo.