jueves, 14 de mayo de 2009

Primer capitulo de un proyecto guardado hace casi ya 5 años

Dedicado en forma especial a ella.
Tengo la certeza que no lo leerá, pero mí
mente esta tranquila, le exprese en el papel,
todo lo que siento…


Capitulo
I
Un fin de curso muy inesperado.

Caminaba por una calle alborotada de autos y de personas envueltas en sus mundos. Era temprano en la mañana, la gente o va despistada, o con sueño y los autos pasan para dejar a los pequeños ocupantes transitorios a sus escuelas. Yo iba con la misma intención que ellos, también iba a clases; pero para mi era especial, este día era el ultimo, el ultimo día de estudiante secundario que tendría en mi vida, hoy salgo de la escuela para empezar Dios sabe que… eso me alegra y a la vez me aterra. Me alegra por que ya desde hace algunos años antes mi vida se ha vuelto más que un tanto, completa y absolutamente monótona. No puedo, eso si, decir que sea de mi completo desagrado, mi vida en estos años la he arreglado a mi manera, yo quise que fuera así; escuela, lecturas y preparaciones para el futuro... eso fue mi vida en estos años. Amigos, si, tengo, amigos muy buenos debo aclarar, pero ellos mas que ser parte de mi vida, son un complemento, un anexo, que a pesar de todo siempre es bueno recordar.

También me aterra mi vida futura, por que aunque deseo un cambio, un giro, casi siento que es prácticamente obligatorio, te expulsan de tu lugar, de tu ambiente, que te albergó tanto tiempo, no tienes mas plazo para considerarlo, no tienes opción de dar vuelta atrás, debes irte, eres uno mas de lo que lo han echo esto durante tanto y tanto tiempo. Este forzado cambio también suele hacer cambiar de parecer a algunas personas, jóvenes que toda su vida han odiado la escuela, ahora que se les acaba el tiempo de permanecer en ella, se aferran a lo que nunca se aferraron, aman lo que nunca amaron, y no quieren alejarse de aquí. Yo aunque no ame ni tampoco odie la escuela, termine sintiendo lo mismo, cada rincón me trae un recuerdo, cada sala me transporta al pasado, el sentimiento por estos días hacia mis amistades se han incrementado… en fin, creo que eso le pasa a cualquier estudiante que esta a punto de salir de su escuela.

Siempre caminaba hacia mi escuela más temprano de no normal. Siempre me sobraban entre veinte a treinta minutos; la razón era básicamente por que muy cerca había un pequeño parque, envuelto de una gran cantidad de árboles… de hecho habían muy pocos espacios para estar en él, los árboles eran los verdaderos dueños del lugar, prácticamente lo rodeaban formando un gran escudo verde. Me encantaba quedarme el tiempo que me sobraba ahí, rodeado de la naturaleza que aunque el hombre la oprime, se mantiene firme en algún lugar de la ciudad. No se por que tengo ese acercamiento tan puro, tan inocente con la naturaleza, especialmente a los bosques, siento que cuando estoy cerca de ellos me fortalezco, me revitalizo, incluso cambia mi estado de ánimo; podría omitir las comidas, incluso el dormir, pero nunca el estar en contacto con la naturaleza.

Había llegado por fin al parque, entré con sigilo, casi al punto de pedir disculpas. Podía entrar miles de veces, pero jamás podía dejar de asombrarme por la belleza de aquel parque. Las autoridades durante muchas décadas lo dejaron a la deriva, no lo asearon, no cotaron las ramas de los arbustos, es por eso que los árboles y toda la vegetación crecieron prácticamente salvaje en aquel cuadrado verde. Al rodear los árboles crearon en un extremo un pequeño círculo donde la luz no entraba de manera pareja, sino que en pequeños hilos dorados, combatiendo la oscuridad que el encierro producía. Los arbustos crecían salvajes alrededor, algunos incluso tomaban la forma de enredaderas y cubrían de verde aun más a los envejecidos árboles. El pasto irregular en su crecer llegaba mas o menos a la altura de diez centímetros, y era de un verde tan parejo y tan luminoso que cualquiera no creería nunca que este lugar desde hace mucho tiempo no ha venido algún jardinero para embellecerlo. No había señal alguna de rastro humano, ningún tronco tallado, ninguna rama rota, ningún resto de comida, nada, por momentos incluso pensaba que era la única persona de la ciudad que concurría allí. Y mágicamente se encontraba intacto, no era ocupado por nadie, ni por fines malvados ni buenos, solo yo, solo yo era su único residente… realmente lo encuentro extraño, como puedo ser el único que observa la belleza de aquel lugar y la pureza de su estado. Esto debe ser magia.

Al entrar sentí la textura áspera de los árboles, camine tranquilamente hacia el centro, instintivamente alcé los brazos, deje caer mi cabeza sobre mis hombros, cerré los ojos, y deje que todo el maravilloso aire que ahí había entrara a mi cuerpo. Que placer era estar allí, este era el único lugar en donde sentía cada partícula de aire que entraba por mi nariz, sentía como cada vez mas mis fuerzas crecían, mis miedos desaparecían y mi felicidad se volvía en centro de mi atención. Me sentía capaz de hacer todo, conquistar a la mujer más hermosa y derrotar al peor de mis enemigos, escribir la novela más bella, y descubrir los secretos más oscuros de los seres vivos. Todo, me sentía capaz de todo. El relajo en algunos momentos era tal que mi cuerpo sin instinto de querer hacer algo se dejaba caer sobre el pasto. Por fortuna jamás me quedaba dormido, mi concentración de goce era tal que mi mente no se desconectaba nunca de mí. En algunas oportunidades, sobre todo cuando concurría al parque después de un día agotador, tenia la extraña impresión que de mi cuerpo entraban y salían chispas, incluso rayos. No lo he podido ver nunca, porque cuando siento que pasa eso mi estado de concentración es tal que incluso no soy capaz de abrir los ojos, mi cuerpo se paraliza, y solo pienso en sentirme cada vez mejor. Creo que debe ser producto del misticismo que yo mismo el agrego a este lugar.

Cuando me percate que mi “terapia” estaba completa, mire mi reloj, faltaban cinco minutos, tiempo suficiente para llegar a la escuela… miro alrededor con resignación en señal de despido, espero algún día volver a ver aquel lugar tan maravilloso, espero que la vida que me toque en el futuro no sea tan fuerte, tan absorbente como para alejarme de este oasis en medio del desierto.

Camine tranquilo, si mi paso era agradable antes de entrar al parque, ahora lo era en exceso, caminaba observando todo, meditando todo. Cuando llegue a mi escuela la mire desde lejos por algunos segundos, esta seria la ultima vez que entraría allí como estudiante; no se que pasará y este no es el momento para pensarlo – me dije a mis adentros – tan solo disfruta tu ultimo día de clases.

Camine con decisión hasta el portón rojo que daba la bienvenida a las inmediaciones del establecimiento, y cuando me aproximaba a cruzar la puerta me encontré de frente con una chica… en realidad no es una chica cualquiera, es la chica mas hermosa que he visto en mi vida…

- Hola Pat – Me dijo extendiendo su sonrisa de par en par.
- Ho- hola Cristina – Dije, ruborizándome en el acto y bajando la mirada… que señales más típicas de vergüenza, creo que son imposibles de controlar en mí.
- ¿Cómo te sientes en tu último día de clases? – Me dijo manteniendo su sonrisa, sus blancos dientes aparecieron embelleciendo aun más su rostro.
- Nervioso en realidad – Me armé de valor y la mire de frente. Quede perdido algunos segundos en esos maravillosos ojos azul eléctrico.
- No te preocupes, creo que eso le pasa a todos – Acto seguido salió de sus labios una risita pícara. Se acerco a mí con decisión, pero a la vez con dulzura y posó delicadamente sus labios en mi mejilla izquierda, y juntándolos en símbolo de despido me dio con un leve sonido, un beso.

Quede perplejo unos momentos observando como ella se perdía entre todo el gentío de estudiantes. Lo hace a propósito, lo sé, sabe que la amo desde hace mucho, sabe que la observo el silencio, intuye que gozo cada instante, cada frase que conecto con ella. Camina despreocupada por la escuela, mueves sus pies con delicadeza y dulzura, acompañando todo este con un leve vaivén de sus caderas, que hace menear con gracia la falda de su uniforme. Camina más coqueta cuando paso cerca de ella, lo sé, solo que no se por que lo hace.

El día en la escuela pasó rapidísimo, a los del ultimo nivel nos mantuvieron todo el día con ceremonias y premiaciones. Las despedidas de los maestros fueron algunas muy tristes, ellos si que nos tienen una estima muy grande. Debe ser difícil ser maestro, ver despedir irremediablemente a un grupo de jóvenes que algunos casos pasan más tiempo con él que con sus padres. Los maestros siempre se llevan mejor con algunos estudiantes y con otros no tanto, algunos pueden llegar a ser incluso repudiados por ellos y otros pasan desapercibidos dentro de este grupo tan heterogéneo, pero creo que al final, cuando ya la despedida es inminente, creo que terminan queriéndolos a todos, recordándolos a todos con una particular forma de cariño.

La despedida de nuestra maestra fue muy emotiva, era la última vez que nos iba a tener sentados a todos en nuestros asientos, con nuestros idénticos uniformes, escuchándola con atención; cuando comenzó a describirnos a cada uno rompió en llanto, y nosotros sin saber que hacer en un principio vacilamos, pero después nos acercamos todos, sin siquiera haberlo planeado y le dimos un gran abrazo, un abrazo de treinta y cinco personas. Me dio nostalgia despedirme de ella, le tome afecto todos estos años como nuestra maestra. Era una señora ya de años, estaba casi a punto de entrar a la ancianidad, llevaba el pelo corto y unos enormes lentes con un collar que pasaba sobre sus hombros hacia atrás, para sostenerlos cuando se cayeran. Era más bien baja de estatura y tenia siempre una sonrisa bonachona. Siempre andaba con vestidos y sus manos siempre tocaban alguna parte de nuestro cuerpo cuando nos hablaba (preferentemente nuestras mejillas). Era prácticamente una madre… la recordare siempre.

Caminaba por uno de los pasillos, no recuerdo muy bien el motivo, cuando me cruzo con el maestro de historia.

- Señor Crísalio – Me dije, dirigiéndose de manera muy cortés.
- Maestro, buenas tardes – Intente responder a su saludo con la misma cortesía con la cual él se dirigió a mí.
- Tenía muchas ganas de hablar con usted. Debido a que usted ha sido el mejor estudiante que he tenido alguna vez el honor de hacer clases – Era cierto, puedo decir con franqueza que la única clase que realmente me interesaba en la escuela era historia -, le quería preguntar ¿Qué carrera estudiará cuando salga de la secundaria?

Me dejo paralizado la pregunta, no había pensado en que estudiaría cuando saliera, ni siquiera sabia si realmente estudiaría, aunque eso es casi obvio, la gran mayoría estudia, aparte si no estudiaría ¿Qué haría?, ¿trabajaría?... veo en estos momentos mucho mas probable estudiar que hacer cualquier otra cosa. Cuando logre escapar de mis propios pensamientos, le respondí con la mayor franqueza que pude.

- Sinceramente maestro, no tengo ni la menor idea, no me he dedicado ha pensar sobre eso.
- Bueno pues, deberías, el final de la escuela es inminente – Me dijo con autoridad.
- Lo sé, maestro, lo sé – Respondí resignado.
- Como recomendación, tu tienes mucha habilidad con la historia, demasiada podría decir, si estudias historia, se que te ira muy bien. También podrías estudiar alguna carrera relacionada, como ciencias políticas, administración publica, o derecho; sí, derecho, creo que serias un gran abogado. Estudia cualquiera, mi consejo va mas allá… descúbrete a ti mismo, ve tus talentos y estudia algo que te haga feliz y en el cual tengas facilidad. Bueno esa es la humilde opinión de un maestro de secundaria.
- Muchas gracias maestro, agradezco mucho su preocupación, pero ten… - No alcancé a terminar mi pregunta porque él ya se había ido, estaba hablando solo.
- ¡Maestro! – Grite, ya que se encontraba bastante lejos de mi…

No me dijo nada, solo dio vuelta su rostro para saber que es lo que quería…

- ¿Por qué se preocupa tanto?
- Todos nos preocupamos de tu futuro Patricio Crísalio… todos.

Después de ese episodio quede intranquilo, ¿Por qué todo el mundo se preocupaba de mi futuro?, ¿es realmente necesario rebanarse los sesos sobre lo que pasará en los próximos años?, ¿marcará mi elección el resto de mi vida? Me estaba estresando, y lo peor es que no era por culpa mía, sino que era del resto, el mundo entero que me rodea, el cual me exigía que la preocupación por el devenir fuera constante en mi, exigía que estuviera como estoy exactamente ahora.

Ya habrá tiempo para pensarlo, volví a decirme, consolándome de alguna manera. Ya era la hora de salida, mi día como estudiante secundario estaba a punto de terminar. Me dirigí a la sala donde estaban mis cosas, cuando al final del pasillo vi a Cristina que se dirigía en dirección contraria, con clara intención de hablar conmigo… no dejaba de observarme. Es realmente hermosa, no puedo parar de mirarla de pies a cabeza. Sus manos jamás están libres, siempre sostienen algo, en este caso era un libro bastante grande, el cual apresaba sobre su pecho con las manos cruzadas. Su pelo rojo caía ondulado sobre sus hombros, y un lado de el tapaba levemente su ojo derecho. Sus ojos azul eléctrico irradiaban sinceridad y frescura, sus labios eran de un rojo un poco más intenso que el resto, y eran finos y delicados; el labio inferior era levemente más carnoso que el superior y convergían en la comisura creando una silueta perfecta. Cuando estaban en reposo, dejaban ver una parte de sus dientes blancos como la nieve y cuando sonreía podía iluminar todo un cuarto, podía incluso iluminar mi alma… ese era su parte del cuerpo mas bella, mas perfecta, la mejor creada; debía aguantar de sobremanera no besarla cuando veía esos labios perfectos. Su cuerpo era delgado pero perfectamente formado y proporcionado, su piel era tersa y muy blanca, su cintura siempre tuve la impresión que fue echa para mi, puesto que cabían magistralmente mis manos cuando la abrazaba, sus piernas eran de la mejor maratonista que podría haber y cuando caminaba movía sus caderas con hermosura, meneando coquetamente la falda de nuestro uniforme.

Me quede quieto observando como ella llegaba a mí… que ganas tenia de besarla.

- Nos veremos hoy en la noche, ¿cierto? – Me dijo sonriéndome hermosamente.
- Si, por supuesto – Le dije con un poco mas de seguridad que hoy en la mañana.
- Me alegro, ¿podríamos sentarnos juntos en la graduación, te parece?
- Si, me encantaría – Normalmente yo debería haberle pedido eso a ella.

Después de nuestra pequeña conversación, se acerco aun mas a mí, apoyo su cabeza en mi pecho y me rodeo con sus brazos, yo tímidamente hice lo mismo y en un acto de valentía atípico dije algo que quería decirle durante mucho tiempo.

- Te echare de menos Cristina.
- No me digas eso – Me dijo lanzando un suspiro – No te amargues con esos sentimientos, puede ser que la vida no nos separe nunca.

Y cerrando un ojo en señal de confianza, se fue. Te amo… esa fue la frase que me faltó decirle y que se me quedó atrapada en la garganta.

Es extraña nuestra relación, si es que se puede llamar relación, hay días en que ella esta todo el tiempo conmigo, es una verdadera novia, caminamos con las manos entrelazadas y nos abrazamos a menudo… siempre tiene una frase amorosa para mi; pero hay otros en que ni siquiera me mira, no me habla y siempre anda a metros de distancia. No la comprendo realmente, cuando esta bien conmigo mi vida la considero perfecta, siento que los astros se alinearon para que fuera feliz, pero cuando ella hace como que no existo, me sumerjo en la penuria y en el negativismo. No creo que lo haga para enamorarme, es tan obvio mi sentimiento hacia ella, involuntariamente lo hago tan externo que sus reacciones si fueran para ese fin estarían de más. Otro punto es que nunca nos hemos besado, y eso literalmente me tiene vuelto loco.

Era el tiempo de irme de esta escuela para siempre como estudiante, en la noche es nuestra graduación, pero no llegaré con el uniforme que simboliza nuestra etapa de estudiante, llegaré de traje formal, será un golpe de madurez al cual me tendré que acostumbrar. Esta noche será tal vez la ultima noche que vea a Cristina… una parte de mi quiere eso y la otra, las mas pasional, anhela con todas sus fuerzas que su promesa se cumpla, que no me abandone jamás. Me estaba atrasando inmerso en mis conclusiones, debía caminar hacia mi casa.

La tarde fue extraña, no hice gran cosa, termine de leer un libro y dormí por muchas horas. Pensé que mis padres me estarían esperando con una comida de celebración o algo por el estilo, pero cuando llegue ellos no estaban. Fue raro, no son descariñados conmigo, de hecho soy su orgullo; aun así tengo la esperanza que hagan la comida en cuanto me gradúe hoy en la noche.

Estaba dormido profundamente cuando mi madre me despertó, era hora de vestirme e ir a la graduación.

Rara vez fui a mi escuela en auto, pero esta noche era una ocasión especial, aparte mis padres nunca me han acompañado en algunas de mis caminatas. En cuanto llegamos me separe de ellos, no por vergüenza, sino por que Cristina me esperaba en la entrada. Mis padres comprendían la tormentosa relación de la cual éramos presos (al menos yo), asíque dando un golpe a la cátedra de padres comprensivos, no gesticularon reclamo alguno.

Estuve toda la ceremonia con ella al lado, ya no sentía nervios, ya no era un estudiante secundario, mi uniforme ya no estaba, era un extranjero en estos territorios. Cuando ya nos habían pasado nuestros diplomas y el director expresaba el típico discurso de fin de curso, Cristina me toma la mano, se acerca a mi oído y con sus labios perfectos me dice…

- Vámonos de aquí.

Me produjo un escalofrío que recorrió toda mi espina dorsal, pero no lo pensé dos veces, apreté su mano y la lleve lejos de donde ocurría la ceremonia. Cuando por fin estuvimos a solas no teníamos nada que decirnos, nos miramos unos minutos que para mi fueron eternos. Cada segundo de más que observaba a esos ojos azul eléctrico más mi sangre se envenenaba de amor por ella, más deseos de daban de besarla… era el momento de declararle mi amor, se que lo sabia, pero debía reafirmarlo, debía comprometerme con mis sentimientos, ella lo debía saber no por mis reacciones sino de mi boca.

- Cristina, debo decirte algo… -
- Shhh… - Me dijo en señal de que guardara silencio – Solo por este momento no quiero que de tus labios salga palabra alguna.

Dominaba la situación, estaba completamente a su merced. Me abrazó con fuerza, pero sin perder la dulzura que había en ella, me miró a los ojos y comenzó a acercar sus labios cada vez mas a los míos, de la manera mas lenta y a la vez mas hermosa que podría haber; podía sentir sus latidos y su aliento invitándome a que nos uniéramos para siempre. Mi mente estaba bloqueada, mis manos apoyadas en su cintura no respondían a las órdenes de movilidad, mi cuerpo entero esperaba que ella se acercara más y más. Cuando faltaban tan solo milímetros de distancia Cristina paró en seco, su cara demuestra dolor y resignación, no lo podía creer, estaba tan cerca de besarla.

- Pat, no puedo… -

Diciéndome esto intenta huir, pero en un acto reflejo le sostengo su mano, y en un movimiento rápido de nuevo estaba frente a mí.

- Cristina, te amo…
- Por favor, no hagas más difícil esto…

No había nada más que hacer, corrió con furia hacia la salida de la escuela, a pesar de todo se veía preciosa en su vestido negro. Mis piernas perdieron sus fuerzas automáticamente y caí arrodillado al suelo… por qué, por qué me hacia esto Cristina…

No quería volver a la ceremonia, asíque vagué por la escuela durante largo rato, todavía en mi mente daba vuelta la imagen de lo recién sucedido, todavía no lo asimilaba, todavía no lo creía. Cuando ya mis ánimos habían decaído casi por los suelos me acordé del único lugar que me hacia sentir mejor, el pequeño circulo de árboles del parque. Sin pensarlo más salí de la escuela, necesitaba estar ahí.

Llegue mas rápido de lo que pensé, pero la sorpresa me invadió de golpe al ver los extraños acontecimientos que ocurrían. El cielo alrededor estaba extraño, las nubes grises formaban un espiral alrededor del circulo… era una escena espeluznante; pero lo peor ocurría en el parque mismo… del lugar entraban y salían rayos de un rojo intenso, haciendo cada vez que se movían un estrepitoso ruido. Me dio la penosa impresión de que los árboles sufrían con lo que pasaba… era una descarga de energía mayor a la que podían soportar. Decidí defender mi lugar sagrado a como de lugar, entonces corrí hacia el centro mismo del problema. Cuando estuve frente del círculo titubeé, sentí temor a lo desconocido y mi cuerpo reaccionando a mis sentidos comenzó a secretar un sudor helado. Después de meditarlo por largos tres segundos, entré. Lo que observe una vez dentro no lo pude creer a primera vista. Dentro del círculo había una mujer la cual se elevaba por los cielos, con los brazos extendidos y la cabeza apoyada en sus hombros, posición igual a la que ocupo cuando estoy aquí. De sus brazos entraban y salían los rayos rojos que vi desde afuera. Quede impresionado viendo aquel espectáculo sin poder hacer ni decir nada, cuando por sorpresa detrás de mi cabeza siento un dolor horrible, que termina recorriendo todo mi cuerpo… sin reacción alguna caigo inconsciente al pasto que se teñía de un rojo cada vez mas parecido al burdeo.





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