miércoles, 17 de junio de 2009

La banda sonora de nuestra vida.

Creo que es el peor de los sentimientos que puede haber en esta vida. Sentirse vacío no lo comparo con nada más. Suena una banda inglesa en el fondo, no se que dicen, pero la melodía raya en la melancolía, me hunde mas, me duele aún más… me encanta. Creo que me conecto más con mis pensamientos. Suenan melancólicos los parlantes, pero la canción me hace olvidar, no mi estado de animo, puesto que lo agrava, sino más bien el motivo por que me siento así… en cierto modo puede ser algo positivo.

Ahora la misma canción suena en mi auto, llenando el espacio que ella ha dejado, tanto en el ambiente como en mi vida, tanto en mis pronósticos como en mi forma de ser con el resto. Me ha afectado mucho, se llevó realmente algo de mí, no me relaciono igual, no pienso igual, no sueño igual.

Mientras la canción sonaba por decimocuarta vez comencé a pensar en lo productivo que podría ser para una infinidad de cosas, como la canción de nuestra relación, como el tema de fondo de una sesión de fotos… como una muy buena dedicatoria. Encontré el tema ideal, la canción que dice quien soy y lo que pienso. El problema ahora es que mi destinataria se ha ido.

Que placer es manejar de noche, no veo quien conduce los autos a mi alrededor, tan solo veo esas maquinas moviéndose; me siento oculto así, siento que no me conocen. Solo dejo como rastro una melodía melancólica en el ambiente, en el aire denso del Santiago nocturno. Doblo por inercia en la calle que se me aproximaba y paro también casi sin voluntad en su casa. Miro a la derecha del auto, al asiento del copiloto y veo como reposa un CD, lo tomo sin saber por qué y me bajo del auto.

Toco el timbre y desde la ventana del piso superior aparece.

- ¿Puedes bajar?, no te tomara mas de dos minutos – Le dije sin mirarla.

Ella sin responderme, me obedeció. Abrió la puerta unos momentos mas tarde. Después de muchos meses por fin estaba frente mío, mirándome con incredulidad. No pude parar de observar sus ojos y mis labios no hicieron movimiento alguno. Después de unos segundos levante mi brazo izquierdo y le pase el CD, sin mas que decirle di media vuelta y me dirigí al auto. No fui capaz de prender el motor de inmediato, mi mente daba vueltas. Después de unos minutos desde su pieza su habitación comenzó a sonar la canción que estaba grabada en el CD, la canción que me ha acompañado todo este tiempo. La rabia comenzó a invadir todo mi cuerpo, sin quererlo ella volvió a robar algo de mí. La rabia y solo la rabia me dio la voluntad de emprender mi viaje de vuelta.

No podía mentirme, ella supera todo mi sentimiento apático, como dice un gran filosofo ella está “mas allá del bien y del mal”. Sé que mi enojo será temporal, se que mi rabia desaparecerá con su primera sonrisa, con su primera disculpa. Mientras más me alejo de ella, creo que más cariño me produce, su actuar me encanta, sus sorpresas realmente me cautivan.

Mientras avanzaba mi auto, se desvanecía de mis oídos la canción y con ella también mi rabia. Miro por el espejo retrovisor y la veo mirándome desde la ventana. No observa mi cara, solo ve esa maquina alejándose. Queda solo como evidencia una melodía melancólica en el ambiente. Puede ser que ella haya vuelto a robar algo de mí, pero creo que yo he recuperado algo de ella también. Si, tenía razón, tiene potencial esa canción. Es productiva, la ocupe sin quererlo por un fin… es la banda sonora de nuestra vida.

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